En este artículo: Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, Venezuela
Por Ernesto Pantaleón Medina/ Televisión Camagüey.Herido por el rayo de la mala fortuna, talado por la implacable enfermedad, cayó el roble venezolano, que irguió su robusto tronco para enfrentar cien vendavales y cobijar con su sombra a los desvalidos.
Sobrevivió el gigante al hacha del verdugo, cuando hombres indignos intentaron el golpe del cual lo rescató su pueblo; se impuso a la hiedra artera de los vendidos y entreguistas, pero pudo más la mordida del destino.
Minada su salud se marcha el paladín del continente hacia ese sitio remoto donde habitan los buenos, pero no descansa, porque su espíritu sigue allí donde el deber reclama a esos hombres justos que edifican un mañana mejor para su pueblo, trazando el camino a seguir, impulsando cada idea, cada obra.
Es verdad, cayó el roble, pero vive el bosque, y sus semillas fructificarán en la nueva Venezuela que levantó, y sus retoños crecerán en la América Nuestra, como ejército de pobres, pero dignos y fieles a la causa suprema de la unidad.
Toca ahora a los venezolanos, y a todos los pueblos desde el sur del río Bravo hasta la Patagonia, preservar la paz que tanto costó alcanzar, y construir, con mente clara y corazón limpio y firme, con mirada alta y mucho trabajo y tesón, el sueño apasionado de Hugo Chávez.
Es momento de sobreponerse al dolor y empuñar como nunca la bandera de Bolívar que enarboló el comandante presidente, frente a todos los obstáculos. Y ¿por qué no?, derramemos una lágrima de genuino dolor, pero no de flaqueza, porque a las 4.25 de la tarde de este 5 de marzo se selló un compromiso de los venezolanos dignos y honrados, de continuar la obra y subir las cuestas que se avecinan en el camino de la independencia y la soberanía.
Cayó el roble, pero germina su simiente y se levantan sus hijos, para decir, como solía exclamar emocionado el guía inolvidable: Viviremos y venceremos.