Gómez y Martí aguardan por Maceo, que se encuentra de operaciones en Las Mercedes, en la casa del coronel Benigno Freire. Campean la espera despachando diversos asuntos, entre ellos correspondencia con el New York Herald. Estando allí se forma un consejo de guerra a Masabó, bravo en la pelea con el enemigo español, pero que violó y mató. Mariano, el defensor, aprovechando la presencia de Gómez y Martí, pide clemencia. "Este hombre no es nuestro compañero, es un vil gusano" sentencia, intransigente, el Generalísimo. Martí consignará en su diario: "Grave momento, el de la fuerza callada, apiñada. Suenan los tiros, y otro más, y otro de remate".